El estilo hoy día viene del vestir, pero también -y más importante- de la manera de ser.

Es decir; existen aquellos que de una manera natural y genuina se convirtieron en algo aspiracional y otros que toman varios elementos y que por su visibilidad mediática se convirtieron en uno, pero que en realidad, más que estilo, tienen presencia y visibilidad.

¿Por qué hablar de la brevedad? Pues porque hoy día, y desde hace un par de años, la música, la moda e incluso en las patinetas, todo se ha vuelto mínimo, más no de mínimo esfuerzo, sino de una muy breve duración, así que hablemos de esto, también, en una muy breve nota.

Durante los últimos meses, escribir, de lo que sea, me di cuenta empezó a volverse una actividad, no tediosa, pero, sí difícil de incluir en mi día a día, hasta hoy cuando después de leer un newsletter y ver un vídeo dije: se acabó este letargo.

Escribir de un solo tema a veces es complejo; de pronto las palabras son muchas o todo lo contrario, simplemente no hay palabras y, en uno y otro caso, el balance podemos encontrarlo en hacerlo de la manera más sencilla: divirtiéndonos y apreciando el hecho y el arte de hacerlo.

El inicio de esta semana fue todo menos sencillo, el martes tampoco fue fácil y también tuvo sus complicaciones; pero al hablar de ello con mi pareja al llegar a casa, me hizo darme cuenta de eso: del privilegio de haber podido llegar a casa. Hoy, este 29 de Febrero, tenemos un privilegio “natural”, tenemos un día extra en el calendario ¿cómo aprovecharemos ese “tiempo extra”?

Back to the blogging (sí, en pleno 2024).

Hay quien dice que es mejor no conocer a tus héroes para evitar decepciones de algún tipo pero, cuando aquello que te inspira o te hace creer es una marca o institución ¿qué pasa?

Aceptarnos implica muchas cosas, pero implica mucho cuidado y respeto hacia nosotros y hacia quienes somos y que hacemos y lo que queremos para nosotros.

Hay mucha cosas que están mal en nuestro día a día y de las que no podemos tener control, pero no tenemos necesidad de odiar ni de echarnos encima un peso que no vale la pena tener.

Había una vez un niño que sabía que el lujo no era sinónimo de dinero, que se secaba con toallas perfectamente planchadas, que se refugiaba de la realidad entre las páginas de la revista Vogue.