CREER Y DESCREER: LA CAÍDA MODERNA DE FIGURAS E INSTITUCIONES

Hay quien dice que es mejor no conocer a tus héroes para evitar decepciones de algún tipo pero, cuando aquello que te inspira o te hace creer es una marca o institución ¿qué pasa?

Ampliemos esto aún más ¿qué pasa cuando estas marcas o instituciones están respaldadas o fueron creadas por una persona relevante en algún nicho? ¿en quién podemos creer y en quién no? O si lo suavizamos ¿de quién debemos dudar?

Lo primero de hecho, sería revisar nuestros valores y analizar la situación, pero antes que todo, debemos saber encontrar en donde cae esto en nuestras prioridades emocionales; ya que si esto queda por encima de nuestros propios valores o emociones y nos lleva a una pérdida de sentido, entonces debemos hacer un trabajo interior serio en terapia; pero, si lo revisamos y esta decepción o este enojo quedan por debajo o podemos seguir nuestras vidas, simplemente entonces, deberíamos ver qué es lo que nos molesta/incomoda/decepciona/enoja de la situación y en todo caso, si nuestro actuar debería llevarnos a involucrarnos de manera activa o si bien, es algo que simplemente quedará en uno o varios tweets manifestando nuestra opinión.

Como ejemplo pondré un par de situaciones personales y empezaré con el caso de Kanye West:

Era uno de mis artistas favoritos, sin embargo, aunque he tratado de separar al arte de la persona, no lo he logrado y hoy no escucho su música como antes, antes podía escuchar sus álbumes completos sin problema al correr o en casa o mientras trabajaba, pero hoy simplemente no puedo, pues recuerdo que detrás de esa genialidad hay una persona con ideas que para MI, no son correctas y no están alineadas con mis valores; hoy día, si en mis playlists hay alguna de sus canciones y salen, tal vez las escuche, tal vez les de skip, pero es mi manera de definir mi sentir y de actuar al respecto, una especie de manifestación silenciosa y no como aquellas personas que quemaron productos de Balenciaga en clips de TikTok tras la controversia, por el llamado complejo de héroe donde lo único que lograban eran likes, comentarios y restregarnos en la cara cuánto dinero tienen para comprar ese tipo de productos y luego -a cambio de quedar como personas con un alta moral- quemarlos.

Otro caso, igual personal y del ámbito musical; J Balvin, en alguna ocasión mi artista más escuchado en Spotify, fui a verlo a uno de sus conciertos en Ciudad de México y lo disfruté mucho y además de su música; me gustaba esto de un artista con ansiedad y que practica la meditación y tal; uno porque se humaniza y se desglorifica un poco y, como hippie del siglo XXI que soy, practico yoga y meditación y me agrada saber que un artista que escucho es creyente de esta práctica; el problema vino cuando salió la canción de Residente con BZRP:

“Josesito” (como lo llama René), no salió nunca a responder, ni a aclarar, ni nada; al principio fue chistoso de los hot dogs, pero cuando Balvin no respondió líricamente como muchos esperamos, puse en duda todo; leí una entrevista de René y de otras personas, vi un par de apariciones en programas y tal donde René cuenta ciertas cosas que mantuvo ocultas por ayudar a Balvin y como este lo desairó y no solo a él, sino también a Juanes y a varias figuras más; pero como ya dije: LO PUSE EN DUDA TODO, y vi -tristemente- que había comprado un producto que se vendía no solo musicalmente, sino también, mediante valores en los que tal vez no cree.

Recientemente hubo una controversia con Poder Prieto como protagonista, este colectivo donde participan varios actores y otros personajes mexicanos; la razón de la controversia, mala gestión de información y mala comunicación interna, entre sus miembros (actores o no, empleados o no, familiares, amigos, etc.) quienes aunque “ayudaron” junto con la TikToker/Influencer Luz Váldez a dar el crédito debido a Nana Feliciana, por una capa que portó Tenoch Huerta durante uno de los eventos de promoción de Black Panther (que realmente el crédito es de Luz Valdez por su labor de investigación y de publirelacionista -sin paga, por cierto–), también jugaron el juego del gaslighting con Luz y cayeron en acciones de discriminación y burla, acciones, si me permiten decirlo, muy blancas (al menos dentro del contexto mexicano).

Tenoch Huerta en el Milan Fashion Week de Milán, en 2022. Foto: Getty Images

Y estos no son los únicos casos recientes pues el mundo no deja de darnos ejemplos de acciones indebidas que nos quitan el velo de personas e instituciones.

¿Qué más ha pasado?

De manera muy rápida y sin ahondar demasiado en los temas por el tipo de controversia que conllevan y que nos llevaría más tiempo y texto: otro de latinos y con un tema más fuerte: la percepción de los cuerpos y estándares o ideales de belleza en cuerpos femeninos en pleno siglo XXI y estoy hablando de lo que hizo la revista GQ, al editar las fotos de que hizo de la cantante colombiana, Karol G.

Finalmente, aunque no mucho menos por el tamaño del acto y del personaje: el Dalai Lama besando a un niño y diciéndole que le “chupe la lengua” en un evento público, algo que trataron de solucionar con un comunicado que se podría traducir de la siguiente manera:

“Su santidad desea pedir disculpas al niño y a su familia, así como a sus muchos amigos de todo el mundo, por el daño que sus palabras han causado. Su santidad a menudo bromea con las personas que conoce de forma inocente y traviesa, incluso en público y ante las cámaras. Lamenta el incidente”

¿Sería que una disculpa igual de simple vía redes sociales, ayudaría a todas las víctimas de abuso por parte de monjes budistas y de otras figuras religiosas como padres, pastores y rabíes?

Es difícil reconocer errores personales, y suele pasar con la crueldad que tienen algunas personas, que cuando se enteran que una de nuestros artistas/marcas/instituciones a las que suscribimos, falla o comete un error, estas salen a reprocharnos como si hubiéramos sido nosotros y aquí -creo- hay de dos: decir que lo que hacen ellos (marca, institución, persona) no me representa a mí y seguir nuestro camino y nuestro actuar o, caer en el autoengaño y defender lo indefendible.

Algún día platicando con mi novia sobre esto, hablábamos de cómo en el momento en que nuestras instituciones (y hablamos de las oficiales, educativas, gubernamentales, con consejos o gabinetes, estatutos y demás) se ven afectadas por escándalos, corrupción o van a bancarrota (porque puede pasar) dejan de tener una base sólida o los valores adecuados o algo que nos represente, volteamos al horizonte para ver si encontramos algo a que aferrarnos para no sentirnos solos; porque a veces, suele pasar que eso que vemos o buscamos; lo encontramos en una marca, un actor, en cantantes, autores, figuras que realmente no están obligadas a ello pero se los atribuimos y en un ejemplo muy sencillo, recuerden cuando a Miguel se le cae la imagen de Ernesto De La Cruz en la película Coco.

Esas figuras, esas marcas, ellos también fallan, estén tratando o no de vendernos una postura; y suele pasar incluso que durante marchas políticas o porras de equipos de fútbol o entre skaters, runners, artistas; habemos personas con ideas diferentes y chocamos con ellas porque queremos aferrarnos a nuestra razón, pero a veces, esa razón falla, ese discurso se pierde, esa figura heroica o ideal que veíamos y/o admiramos, cae.

Lo importante es, que cuando caigan, nosotros no lo hagamos, que nosotros sepamos en dónde están nuestros valores, nuestro corazón y que si un día, un color, un equipo, una marca, un discurso, una figura deja de alinearse con nosotros, podamos dejarlos, porque es de sabios cambiar de opinión y de humanos errar, pero es de nosotros -de cada uno de nosotros- la responsabilidad de aprender, de soltar, de analizar, aceptar y de mirar eso que buscamos en nuestro interior, en nuestro propio altar y no en el de alguien más.


Foto en portada de Andre Blanco en Unsplash

Anterior
Anterior

LA BELLEZA DE LA ATEMPORALIDAD DEL TIEMPO

Siguiente
Siguiente

sobrepiensa menos, ACTÚA MÁS