HISTORIAS EN VASOS DE CAFÉ

¿Qué historias guardan tus tazas o vasos de café?

El café es una de las bebidas más importantes en mi vida tal como lo es para muchos de ustedes; en mi día a día bebo entre 2 a 3 vasos (mi vaso es de aproximadamente 400 ml) y digo vasos; porque no uso tazas (menos en esta época de Home Office).

Después del agua, es la segunda bebida que consumo todos los días por la mañana -sin falta- y también después del agua; es la segunda en mi top 5 de bebidas. (Agua, café, cerveza, mezcal y whisky; en ese orden y por sí tenían duda).

Recuerdo cuando era niño; escuchar a mis tías, primos, mamá, etc. decirle a sus amigos o entre ellos el tan famoso “vamos por un café” y lo veía como algo totalmente ajeno a mí hasta que; a mis 16 empecé a frecuentar cafeterías cercanas a la preparatoria a la que iba; las razones pues: las que sean; quedarme de ver con alguien de la escuela, hacer una tarea en un cibercafé, un date o simplemente; tomar algo que no fuera agua y salir de la escuela por un momento. 

Todo era muy casual hasta que un día me di cuenta que había lugares y momentos que ya eran parte de: 

EL RITUAL.

El café para muchos es parte de nuestra rutina y lo tomamos/compramos antes de llegar a la oficina; antes o después de correr, después de comer, antes de una junta, etc. 

La primera vez que me percaté de ello fue cuando solía patinar en el viejo San Agus en Polanco (no lo que muchos de ustedes conocen hoy día); no iba diario sino sólo los fines de semana y todos los fines después de patinar, iba al Starbucks de Masaryk (el de “Polanquito”) por un alto del día un y un biscotti (¡me encantaban esas cosas! Que triste que Starbucks ya no los haga).

Comencé a trabajar el último año de la preparatoria; y el café era parte de mi día y mi tarde; en las mañanas era la bebida de arranque y en las tardes la de “recarga de combustible” o break antes de entrar a clases (sí, iba a la escuela en la tarde) y de pronto cuando no tenía una clase; me iba por otro café para no estar en la escuela; a veces iba a hacer tareas y a veces era sólo para no estar en la escuela y escuchar música en mi discman (sí, discman, porque esto fue antes de que las cafeterías fueran un coworking no oficial por el internet y pues porque adolescente anti-social).

LUGARES E HISTORIAS

Conforme iba a una u otra cafetería pedía algo diferente para experimentar, pero me fui quedando con ciertos gustos gracias a cada una de ellas; sin embargo, inconscientemente iba recordando algo de cada lugar; su aroma más allá del café, la iluminación, la gente que la frecuentaba, sus baristas e incluso; los momentos que hacen hoy de esa cafetería algo importante; piénsalo, tal vez estabas en tu cafetería de siempre cuando tuviste esa llamada para el empleo que te cambió la vida o incluso; fue ahí donde conociste a tu pareja o tal vez, fue ahí donde terminó tu relación.

Casi sin darme cuenta comencé a juntar vasos de café; me hice una pequeña colección de ellos y había muchos que no recordaba ni el porqué lo tenía; pero siempre encontraba un diferenciador; un logo, el tamaño, el color; algo que lo hacía aunque sea un poco diferente y esto me lleva a admitir algo:

¡NO PODÍA TIRAR MIS VASOS DE CAFÉ!

Cuando hice todo mi decluttering, me di cuenta que no podía tirarlos; bueno, no todos, pero me di cuenta porqué: varios de estos vasos significaban algo; un viaje, una relación, una amistad, un día difícil, un proyecto cerrado, e incluso cuando renuncie a un trabajo o decidí cancelarle a un cliente.

Entonces; es momento de dejarlos ir, pero no los recuerdos; así que siguiendo un consejo de The Minimalists y Marie Kondo; fotografié varios de estos vasos para conservar su recuerdo y los puse (y pondré) en mi feed de Instagram, pero también reviviré sus historias; algunas puede que no sean bonitas, algunas tal vez estén incompletas porque no las recuerdo al 100, pero al final de cuentas; será un decluttering de vasos y de recuerdos; es decir; haré espacio en mi clóset (los metí todos en pequeñas torres) y también en mi mente y mi corazón.

¿CUÁL ES LA MEJOR HISTORIA QUE TENGAS DE UN CAFÉ?

Te pregunto porque a mi parecer; las historias y los momentos son las que dan el mejor sabor a un café.

Los mejores cafés que creo he tomado son (no necesariamente en este orden):

  • Un flat white que tomé después de correr mi primer maratón el año pasado.

  • Un latte que tomé en Londres después de haberme perdido de noche en sus calles; casi sin batería en el teléfono, sin internet y con 1°C.

  • El primer café que tomé con esa persona especial.

  • Un capuccino en La Roma después de meses de no ir por la pandemia (tuve que ir a la oficina un día y decidí visitar mi cafetería habitual).

Las demás historias estarán en mi Instagram y si tu quieres compartirme la tuya; hazlo en los comments o escríbeme a gcardenas.padilla@gmail.com si quieres compartirla al aire en el podcast de este tu blog.

Entonces...

...¿me deshice de mis vasos de café?

SÍ.

Aunque llegar a un café nuevo me traía la emoción que necesitaba para generar endorfinas y adrenalina (como la que se genera al comprar algo que no necesitas en Amazon y te emociona cuando llega y luego ni lo pelas); la historia de cómo llegué, la persona con la que fui y los recuerdos que hice en el lugar o en el camino de ida a vuelta; son más valiosos que el vaso mismo. 

En resumen, cambié vasos vacíos por momentos llenos de increíbles recuerdos y de ello, te cuento en este breve pero significativo episodio del podcast:

¡Salud, disfruten su café y felices fiestas! 

Anterior
Anterior

2020

Siguiente
Siguiente

Episodio 004 - Empatizar y Empezar (Recap)